Cuando el dolor me supera
Hace ya mucho tiempo que soy invisible para ti, me ignoras en todos los aspectos de tu vida. En ocasiones creo estar muerta y ser un fantasma con el cual te cruzas de vez en cuando. Después de tres años, hoy te he pedido diálogo para expresarte alguno de mis sentimientos pero me has rechazado. Debo entender que todavía no te sientes preparada para hablar conmigo. Enseguida te has puesto a la defensiva y has sido dura conmigo. Me has pedido perdón con ironía por “partirme el corazón” y después con algo de desfachatez me has dicho que no te importa para nada lo que yo tenga que decirte al respecto de mis sentimientos. No sé en quién te has convertido. No te merezco respeto, afecto ni autoridad de ningún tipo. Ni siquiera merezco tu piedad. Yo no te he educado así hija mía y por eso ya no te reconozco. Otras influencias están haciendo mella en ti. Mi cuerpo enferma constantemente pues mi alma está encogida y arrugada. Quiero morir mil veces y olvidar el dolor de hab