Cuando el dolor me supera


Hace ya mucho tiempo que soy invisible para ti, me ignoras en todos los aspectos de tu vida.

En ocasiones creo estar muerta y ser un fantasma con el cual te cruzas de vez en cuando.

Después de tres años, hoy te he pedido diálogo para expresarte alguno de mis sentimientos pero me has rechazado. Debo entender que todavía no te sientes preparada para hablar conmigo.

Enseguida te has puesto a la defensiva y has sido dura conmigo. Me has pedido perdón con ironía por “partirme el corazón” y después con algo de desfachatez me has dicho que no te importa para nada lo que yo tenga que decirte al respecto de mis sentimientos.

No sé en quién te has convertido.

No te merezco respeto, afecto ni autoridad de ningún tipo. Ni siquiera merezco tu piedad. Yo no te he educado así hija mía y por eso ya no te reconozco.

Otras influencias están haciendo mella en ti.

Mi cuerpo enferma constantemente pues mi alma está encogida y arrugada. Quiero morir mil veces y olvidar el dolor de haberte perdido. Mi único y gran consuelo es que vives, respiras y creces. Que no eres un alma errante. Que estás en este mundo.

Cada vez tengo que poner más límites entre tú y yo.

Ya no sé quién eres ni quiero saberlo.

Escribo estas líneas con los ojos mojados en lágrimas, las manos temblorosas y el corazón totalmente roto. Ahora es cuando el dolor me supera.

Por fin voy a cumplir tu petición. Voy a salir de tu vida. Quizás tengamos un destino benevolente y en un futuro nos recuperemos como madre e hija. O quizás nos espere un macabro destino y nuestros caminos queden para siempre separados.

Una cosa te diré, te di la vida y viví contigo trece años, doce de los cuales fueron maravillosos y eso no me lo puedes quitar hija, ni siquiera puedes manchar ni cambiar esos recuerdos. Son míos y lo serán para toda la eternidad.

Deseo que la vida ponga en tu camino a las personas adecuadas que puedan darte aquello que necesites y que a mí como madre, me está negado el dártelo.

Con cada lágrima que derramo por tu ausencia, por tu frialdad y distancia, mi Yo interior me recuerda que me debo un gran respeto, porque soy una gran persona hija, así que tengo que dejarte aquí por el momento, por mí, por los que me quieren, hasta por ti. Por mi otra hija, por mi pareja, por mis hermanas, por mis padres, por mis amigos. Tengo que dejarte entre estas líneas, entre estas dolorosas palabras.

Con todo mi amor te dejo aquí, en este tremendo punto y aparte.

Te quiero, te adoro y te amo de una forma irracional.

Mamá,
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