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Mostrando entradas de agosto, 2019

Mi útero

Mi útero llora. Mi útero se contrae dolorosamente para lanzar con fuerza, un torrente incontenible de pena. No puedo pararlo, ni en urgencias, ni con reposo. Llora con mucha fuerza. Mi útero llora de pena. Llora la ausencia de mis hijas. Llora por la maternidad extinguida. Llora sangre roja y líquida. No es la menstruación, ya la pasé, lógicamente hablo de otro llorar. Esta vez es una cantidad fuerte que se expulsa con violencia fuera de mí desde hace días. Es como si la vida se me fuera con esta hemorragia. Mientras escribo, gotea abundantemente mi pena. No tengo ninguna duda. Mi maternidad está herida y mi cuerpo así se resiente. Hace llorar al sito más sagrado y divino que existe en cualquier mujer. El que nos da el poder celestial de crear vidas. Mi útero está dolido, inflamado y contracturado a la vez. Visualizo a mi órgano en el bajo vientre y le digo que se calme, que afloje y se tranquilice, porque si no, se me va a llevar por delante. Calma y sosiego. La vi

La nube oscura

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A diario me duele la cabeza. Desde hace tiempo. Algunos días tan solo es una pequeña nube oscura que se posa encima de mis cejas y ahí se queda, sin cebarse, quieta y dando solo el malestar de sentir su peso en mi frente o dentro de las cavidades de mis ojos. En estas afortunadas ocasiones, mi vida continua, pesadamente, pero continua. Voy a trabajar, aunque mi concentración es menor, conduzco, converso y aguanto muchas veces más de lo que desearía, por lo de intentar hacer vida normal. Pero otras veces, la cargada nube oscura decide convertirse en tormenta. Intuyo fácilmente la intención de la fastidiosa nube y pongo los remedios a mi alcance para frenarla. En ocasiones lo consigo y la nube queda posada en mi frente, solo pesando. En las ocasiones más desfavorables, la nube genera un fuerte dolor de cabeza, con pinchazos en mi cráneo e intolerancia a la luz y el ruido. Es cuando tengo que excluirme del mundo. Si puedo, me acomodo en mi cama en silencio y respiro en la os

Completamente adicta

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Os marcháis otra vez, lejos, muy lejos. A tierras extrañas de gentes diferentes. Os marcháis a vivir muchas experiencias y eso os convierte en personas afortunadas. Y otra vez, yo me quedo aquí, colmada de vuestra ausencia y esperanzada de tener en algunas horas, noticias de vuestra llegada a esa patria lejana. Me acostumbro tristemente, a nuestra dura pero irremediable distancia. Me dicen que es Ley de Vida. Veo pasar mis días monótonos, sin sobresaltos, con tranquilidad y con una agradable pero inquietante placidez. Aunque no estáis conmigo yo puedo oler vuestra piel, sentir vuestro tacto y oír vuestras risas. Me confieso completamente adicta a los felices recuerdos que vagan por mi mente. Cierro los ojos y puedo tocaros, acariciaros y ver a mis dos preciosas niñas cogidas de mi maño. Puedo cepillaros el pelo y hasta puedo acunaros en mis brazos. Adicta al pasado, para sobrellevar el presente, repite mi mente. He conseguido desarrollar una gran habilidad para tra