Una de cal y otra de arena
La vida sorprende por su variabilidad. Nada puede darse por seguro, nada puede prometerse eterno. Parece ser todo fugaz y momentáneo. Tanto que he extrañado y he llorado la ausencia de mi hija pequeña los últimos cinco años de mi vida, en el presente puedo verla de nuevo, conversar sutilmente con ella y hasta puedo besarla suavemente. Con poca frecuencia y sin demasiada intensidad ni efusividad, pero, al fin y al cabo, puedo descubrirla, admirarla, oírla y puedo hasta conocer sus ideales y valores. Es una nueva mujer que descubro en este presente. Una mujer de mirada penetrante, muy independiente, de fuerte carácter, alta, bella, muy bella y positiva ante la vida. Un pequeño acercamiento traducido en un gran gozo para mi dolido corazón. Si bien, sigo sin ejercer de madre de ella. No cuento para nada en sus necesidades ni tan solo mis opiniones son escuchadas. Para ella, su padre es la única persona a la que permite ejercer cierta autoridad y control sobre su vida. C