Dulce sensibilidad

Sentimiento puro y duro Sentimiento puro y duro. Puro, pues la pureza es lo que define el sentir de una madre por sus hijos, la pureza y transparencia del alma para cuidarlos y amarlos. Duro por la dureza de no estar con ellas, de no poder tocarlas y como tantas veces ya he dicho, por no poder olerlas, por no poder perder mis besos en sus cuellos. Dureza por no ver en sus ojos esa chispa de ilusión en el reencuentro, por no sentirme necesaria para ellas, por perder ese algo que nos hacía tan especiales a las tres juntas. Incertidumbre, dícese   de la f alta de seguridad, de confianza o de certeza sobre algo, especialmente cuando crea inquietud. Ya no me siento segura como madre, he perdido esa grata sensación de verme segura sabiendo en todo momento lo que mis hijas han necesitado cuando eran pequeñas. La falta de confianza también ha aparecido pues ya no soy la confidente de mis hijas, entiendo que eso es normal y que ellas ya tienen bien identificado/a su confidente. So

LEJANIA Estáis a miles de kilómetros. Muy lejos, en un país desconocido, conociendo una cultura muy distinta, descubriendo otras formas de vivir, a otras personas, algunas de vuestra edad y también de otras. Os fotografiáis con unas sonrientes mujeres vestidas con unos maravillosos saris coloridos. Visitáis unos antiquísimos monumentos, bellísimos. Probáis un sinfín de comidas diferentes. Descansáis en buenos hoteles, compráis suvenires de toda clase. Me encanta saber que estos viajes os ayudan a crecer conociendo el mundo, conociendo las diferentes formas de vivir que hay en él. Tenéis muchísima suerte de poder hacerlo.   Espero y deseo que estos años que lleváis viajando y todos los sitios en los que habéis estado, os sirvan para ser mejores personas, más cultas y sobretodo os proporcionen tolerancia para con los demás. Os imagino desde la distancia, desde la paz de mi hogar, visitando esas tierras lejanas como unas intrépidas viajeras que fotografían paisajes,

IMPULSIVIDAD Es la predisposición a reaccionar de forma inesperada y desmedida ante una situación externa amenazante, o ante un estímulo interno propio sin tener una reflexión previa ni tomar en cuenta las consecuencias. Maldita impulsividad. Desde niña siempre he tenido esta predisposición. Así continué en la adolescencia y hoy por hoy, es mi mal mayor. Además, cuando tiene lugar la situación externa amenazante o el estímulo interno, en 3, 2, 1 reacciono. Ciertamente no es un buen hábito en el día a día, ni en el trabajo, ni en la familia, ni con uno mismo. Es como cuando te chutan una pelota y al llegar a tus pies no puedes evitar darle una patada y desviar la misma, realmente no te da tiempo a calibrar la fuerza de la patada, ni las consecuencias que se derivarán de esa acción. Es sentir el estímulo y sentirme desbordada por la emoción que me causa. Es decir la impulsividad es la forma de expresar ese sentimiento. Normalmente los estímulos externos suelen ser situac

Cumpleaños Ayer fue el cumpleaños de mi hija pequeña. Cumplió 16 años desde que una mañana del 8 de agosto de 2001, naciera. Un parto muy dificultoso a la par que doloroso. Era mi segundo parto pero nada tuvo que ver con el primero. Quizás era un presagio de cómo se desarrollarían los hechos en el futuro. En ese momento, qué me iba a imaginar yo. Hace dos años y tres meses que mi hija ya no vive conmigo. Hace demasiado tiempo que su habitación no está desordenada, llena de ropa o cualquier otra cosa. Se fue por un problema entre nosotras, un problema que no está resuelto y el cual no puedo resolver de momento, porque ella no está preparada. Pero soy paciente, espero y espero. Ahora su habitación es una habitación ordenada y limpia pero Oscura. La persiana está siempre bajada. En ocasiones entro en ella a oscuras, tocando su cama, abriendo su armario y observando aquellas pocas cosas que dejó aquel 21 de abril de 2015 cuando se marchó con su padre. Oliendo su esencia en