Sentimiento puro y duro
Sentimiento puro y duro
Sentimiento puro y duro. Puro, pues
la pureza es lo que define el sentir de una madre por sus hijos, la pureza y
transparencia del alma para cuidarlos y amarlos.
Duro por la dureza de no estar con
ellas, de no poder tocarlas y como tantas veces ya he dicho, por no poder
olerlas, por no poder perder mis besos en sus cuellos. Dureza por no ver en sus
ojos esa chispa de ilusión en el reencuentro, por no sentirme necesaria para
ellas, por perder ese algo que nos hacía tan especiales a las tres juntas.
Incertidumbre, dícese de la falta de seguridad, de confianza o
de certeza sobre algo, especialmente cuando crea inquietud.
Ya no me siento segura como madre,
he perdido esa grata sensación de verme segura sabiendo en todo momento lo que
mis hijas han necesitado cuando eran pequeñas. La falta de confianza también ha
aparecido pues ya no soy la confidente de mis hijas, entiendo que eso es normal
y que ellas ya tienen bien identificado/a su confidente. Sobre la certeza… no
hay certeza a partir de ahora. No hay turnos, no hay reglas establecidas.
La inquietud incrementa y requiere
de un gran ejercicio de aceptación.
¿Cuál es mi papel ahora?
¿Qué debo ser para hijas a partir
de ahora?
Yo soy madre, madre de verdad y
quisiera cuidar siempre de mis hijas. Hablar con ellas de sus problemas,
ayudarlas con sus tareas, cuidar de su alimentación, educarlas en valores y
apoyarlas en sus progresos.
Pero ahora ya no me está dado el
hacer de madre, entendiendo como madre, el ejercicio de las tareas anteriores.
¿Cuál es mi sitio?
Está mal dicho según algunas
corrientes psicológicas, pero la verdad es que sin ellas…no sé quién soy.
Sé que debo respetar,… y respeto.
Me aparto y me quedo en la retaguardia. Escondida entre las sombras por si un
día, en cualquier momento, me necesitan. Mientras tanto aguardo en silencio.
¿Es correcta esta actitud?
¿Debería luchar activamente por imponer mi criterio, mi autoridad, mi consejo?
Comentarios
Publicar un comentario