Pobre niña tonta


Pobre niña tonta, con tus caros jerséis y tu alma rota.
Pobre niña ingenua, con tus zapatos de marca y tu triste mirada.
Con tu dulce sonrisa y tu silenciosa condena.

Siempre has pensado en los demás, en su bienestar. Preocupada por la triste soledad de tu padre, por la falta de recursos de tu madre y de tu hermana menor, por la lejanía de tu hermana mayor y tu sobrina, por los sentimientos de tus hijas… siempre poniéndote en la piel de los demás. Compadeciéndote de sus problemas. Ahogándote con sus penas.

¿Y tú quién eres?

Una bonita y sensible niña con sueños rotos.
Una pequeña y dulce chica con heridas abiertas.
Una entregada madre a quien muy pocos han sabido querer.
Incomprendida, atacada e ignorada por tu marido durante muchos años.
Y rechazada y juzgada por tu hija en el presente.

¿No te compadeces de ti?

Te esfuerzas por tener una vida normal. Te obligas a aceptar lo inaceptable. Y te castigas irremediablemente con la resignación.

Yo sé que quieres vivir en mayúsculas, que tienes muchas ambiciones, unas ideas extraordinarias y un buen corazón.

En cambio, aquí estas, en una cárcel gobernada por la Gran Tristeza y como compañeros de celda, el Sufrimiento y la Preocupación.

Y escribes para no olvidar. Te aterra no recordar algún día. No saber quién eres.

Amiga, compadécete por lo vivido y por lo sufrido, pero quiérete por lo conseguido y lo disfrutado.

Pobre niña tonta, como te has equivocado ignorándote.
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