Confinamiento
Mirar las cuatro paredes de cualquier
habitación de la casa y darme cuenta de detalles que jamás había visto. Apreciar
cada centímetro de espacio de mi hogar.
Limpiar sobre limpio, lavar
cortinas, fregar suelos, levantar y mover muebles, frotar y frotar para dejar
los cristales de las ventanas completamente transparentes.
Dibujar. Escoger una bonita imagen
y clasificar mis colores por tonalidades. Empezar a realizar el esbozo que
posteriormente se convertirá en una pequeña obra de arte.
Pintar mis uñas. Cortarlas,
limarlas, hidratarlas y por fin, darles color.
Mirar por el balcón, sobre todo
cuando se oyen voces que provienen de la calle. Es importante saber quién se
salta las normas de confinamiento.
Revolver la cocina, dando un nuevo
lugar a un montón de cachivaches, no sin antes aprovechar para limpiar los
armarios con un paño.
Mover la alfombra del comedor a la
habitación de matrimonio para darle un nuevo aire a las dos estancias.
Video llamadas con mis hijas y
llamadas diarias con mis padres. Conversaciones interminables con mis seres
queridos.
Distracción con las redes sociales.
Leer aquello que siempre paso de largo por contener demasiado texto. Entrar tantas
veces a las redes sociales hasta aborrecer hacerlo.
Series y películas. Es una de las
distracciones más usadas, a cada ratito desde la televisión o desde el móvil.
Limpiar los cuartos de baños a
fondo con lejía y frotando mucho para que huelan a limpio y después disfrutar
de una bañera de burbujas.
Poner muchas lavadoras, cualquier
cosa que normalmente no se lava, en confinamiento sí se lava.
Cocinar, hervir, rebozar,
pastelear, freír, en definitiva, trastear en la cocina. Comer, saborear, darse
homenajes y disfrutarlos.
Andar por casa, pasillo arriba
pasillo abajo. Hacer estiramientos, mover el cuerpo y respirar.
Escribir, expresar, llorar, conversar
y reír.
¿Quién da más?
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