Mi Legado
Cuantas veces me he preguntado por
el sentido de mi vida, por mi legado a la vida, o simplemente saber que hago aquí.
Me lo pregunto muchas veces. No
creo que la vida sea solo “ir tirando” o más bien, estirando de otros, limpiando,
cocinando, trabajando, pensando, reflexionando, llorando, riendo, callando,
gritando, hablando…
Pero ¿Con qué sentido todo?
Cuando tenía 6 o 7 años empezaron a
rondarme unas preguntas por la cabeza, algo inquietantes para una niña tan
pequeña, sea dicho de paso.
El proceso me desconcertaba y me
provocaba crisis de ansiedad, lloraba y me encontraba mal.
Cabe citar que he sido una niña
especial en cuanto a sensibilidad se refiere. A estas alturas ya conocéis mi
rasgo de personalidad y os podéis imaginar que mi infancia no es que fuera
dura, no, pero en ocasiones fue difícil.
Un día me puse a mirarme en el
espejo de la cómoda de la habitación de mis padres y jugando con las piezas de
plata del tocador de mi madre me quedé paralizada mirándome en el espejo
grande. Recuerdo que no podía parar de mirarme, mis ojos se clavaban en los
ojos de mi reflejo en el espejo.
Recuerdo esa imagen perfectamente,
mi pelo, mis ojos y mi expresión.
Entonces sucedió.
Brotaron de mi mente unas preguntas
con mucha fuerza.
¿Quién soy yo?
¿Qué hago en este mundo?
Me repetía constantemente esas
preguntas hasta entrar en crisis de ansiedad, y como no tenía las respuestas,
me agobiaba mucho.
El episodio se repetía con
frecuencia. Acababa con lloros y desconsuelo.
Nunca pude contestar esas preguntas
y siempre se desencadenó el episodio en el espejo de la cómoda de mis padres.
Al pedirles ayuda se asustaron y me
llevaron a un psiquiatra.
Jamás dicho profesional se interesó
por mis preguntas. Él ordenó que me hicieran un electroencefalograma y al salir
completamente normal, todo quedó en nada. No recuerdo bien si me recetó algún
tranquilizante por un tiempo.
El caso es que a mi YO adulta le
asombran esas preguntas de la infancia y en silencio y de vez en cuando,
continuo preguntándome por el sentido de la vida y por la propia identidad.
Vuelvo a decir que me asombran
muchísimo las preguntas y me parece muy interesante el suceso en una niña de
tan corta edad.
Los episodios desaparecieron un par
de años después.
Ahora a mis 42 años, estoy
convencida de que el legado que uno puede dejar en la vida, o el sentido que
para uno puede tener la vida, es muy variado y puede estar representado por
diferentes épocas.
Sé que en mi niñez, mi legado, mi
misión, fue el valor de la amistad y la protección de los más desfavorecidos. Empecé parvularios en un colegio privado y
religioso. Desde bien pequeña acompañé y defendí a una niña de mi edad con un
evidente retraso mental además de una minusvalía física que provocaba rechazo
en mis otros compañeros.
Posteriormente continué acompañando
y defendiendo a otros niños y niñas con problemas. Mi nivel de empatía era y es
altísimo y no podía obviar su situación.
Me siento muy orgullosa de esa
misión de mi niñez.
Más tarde, mucho más tarde, fui
madre de dos preciosas niñas.
Este es mi legado en la edad
adulta. Viví con mucha intensidad la maternidad, fue y es, el eje de mi vida.
Conseguí educar en valores a mis
hijas. Les enseñé bien a darse cuenta de la desigualdad que sufren algunas personas,
chicos y chicas, con discapacidades y lo importante que es implicarse con ellos.
También les enseñé a crecer en confianza,
a tener sus rutinas y a apreciar lo que eran y lo que tenían.
Creo que en mis hijas veo el
esfuerzo y la educación, a veces muy estricta, que les procuré.
Ellas hacen el bien y saben
reconocer el mal.
Mi misión ha sido cumplida.
He legado a este mundo dos buenas
personas y de ello también me siento muy orgullosa.
Ahora que parece ser que esta
maternidad tan implicada debe dar un paso al lado y debo dejar volar a mis
hijas, me pregunto
¿Cuál será mi misión a partir de
ahora?
¿Qué legado dejaré en esta nueva
fase de mi vida?
Todavía no tengo identificada la
misión pero si sé que estará relacionada con el sentimiento, el amor y con la
ayuda al prójimo, porque esa es mi esencia.
Hoy ha fallecido Stephen Hawking y
me encanta una de sus frases:
“Recordad, mirad arriba hacia a las
estrellas y no abajo hacia vuestros pies. Intentad encontrar el sentido de las
cosas y preguntaos por qué existe el universo. Sed curiosos.
Aunque la vida parezca difícil
siempre hay algo que podéis hacer y en lo que tener éxito. Es importante que no
os rindáis”.
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