Generaciones pasadas
Hoy he sabido cosas de mis abuelos
y bisabuelos que desconocía. Nunca había tenido la inquietud o la necesidad de
preguntar por ellos, por sus vidas.
Precisamente le he preguntado a mi
padre, con el que tristemente y desde hace muchos años, no me siento en
sintonía. Con el que me peleo bravamente, al que critico dura y ferozmente, el
que me parte el corazón por verlo solo, viejo y débil.
Pues bien, hoy le he preguntado por
sus padres y abuelos. No sé exactamente porqué pero el resultado ha sido
fabuloso. Me felicito por haberlo hecho puesto que se ha creado un nexo de
unión entre ambos, donde no competimos por tener la razón, donde no hay
discrepancia de opiniones, es decir, un espacio genial donde mi padre puede ser
el protagonista sin sentirme yo herida por su imposición de opiniones, por su
mente cerrada.
Me ha hablado de cómo se conocieron
sus padres, o sea, mis abuelos Fulgencio y Maria del Carmen.
Resulta que a él le tocó hacer el
servicio militar en Marruecos y cuando regresó a su pueblo natal, Recas
(Toledo) se puso a trabajar con la familia, llevando las tierras, cuidando
ganado, haciendo recados, vamos lo que según mi padre se llamaba, un gañán.
La madre de mi abuelo, la señora
Trinidad, resulta que quedó viuda bastante joven de mi bisabuelo, el Sr.
Demetrio y con cinco hijos a cuestas.
Fulgencio, mi abuelo, supongo que
debía ser un joven inquieto y con cierta ambición. Lo de gañan digo yo, le
quedaba pequeño, él debía soñar con algo más grande.
Se apuntó a Milicias y pasado un
tiempo tuvo la oportunidad de hacerse Guardia Civil. Cabe tener en cuenta, que
en aquellos años, supongo que entre 1930 y 1935, conseguir ser Guardia Civil
era todo un privilegio y un rápido ascenso en la escala social.
Pues bien, al comenzar la Guerra
Civil Española, mi abuelo se encontraba en Recas, y ésta era zona Republicana,
así que junto a unos cuantos amigos, cruzaron de noche el río Tajo y pasaron a la
zona Nacional.
Por lo que mató dos pájaros de un
tiro, dejó de ser un gañan, pasó a ser Guardia Civil y a estar en el bando de
los suyos.
Más tarde, acabada la guerra,
existía una ley que no permitía a los Guardia Civiles quedarse en un mismo
destino más de ocho años por aquello de las confianzas, los conocidos en el
Ayuntamiento, los favores, en fin, la corrupción. Por lo que cada ocho años debían cambiar de destino.
Fulgencio fue a parar a Alguaire y
allí conoció a mi abuela Maria del Carmen.
Ella era una de los cuatro hijos
que tubo Encarnació y Javier.
El Sr. Javier era calderero,
reparaba calderas de cobre en pueblo, murió relativamente joven me dice mi
padre, así que ella quedó viuda con cuatro hijos. Mujer trabajadora, viuda y
con hijos a cargo.
Fue la maestra de la Escuela de
Alguaire.
Mi abuela Maria del Carmen, supongo
que no heredó las ganas de aprender, de trabajar o de ser independiente de su
madre, por lo que cuando la conoció mi abuelo, ella estaba en edad de merecer y
se dedicaba a sus labores. Sabía cocinar, planchar, limpiar y sobretodo coser y
bordar.
Resulta que le gustaba tomar el sol
en la terraza de la casa familiar en Alguaire y allí fue donde mi abuelo la
vio.
Supongo que quedaría enamorado al
momento por su belleza. Creo que fue una mujer muy guapa y muy femenina.
Yo la recuerdo de mayor y jamás le
vi las uñas sin esmalte, siempre arreglada, siempre con vestidos, faldas y
blusas, con sus pendientes de perlas y su pelo cuidado semanalmente por la
peluquera.
En fin, creo que mis bisabuelas por
parte de padre fueron unas mujeres muy fuertes, decididas y valientes. Opino
que mi abuelo fue un hombre ambicioso, si no hubiera continuado siendo toda su
vida, el gañan de Recas, un gañan muy guapo por cierto, alto, con mucha planta,
todo un gañán galán.
Francamente le debía quedar mucho
mejor el uniforme de Guardia Civil que el mono de trabajo del campo.
Más tarde, creo que mi abuelo se
corrompió con el poder que su profesión le otorgó puesto que es conocido por
mis hermanas y por mí misma, unos oscuros relatos en los que mi abuelo maltrató
a mi abuela y a sus propios hijos.
De hecho, sé por mi madre, que mi
abuela estuvo en varias ocasiones ingresada en una conocida clínica de salud
mental en la ciudad, donde supongo que descansaría de él y de todas sus
responsabilidades.
Me acuerdo de un acontecimiento
sobre el mal carácter de mi abuelo, que me explicó hace tiempo mi padre.
En aquellos tiempos mis abuelos
tenían un Colmado, donde vendían productos a granel. Podías comprar a granel en
papelinas, desde azúcar y café hasta detergente de lavadoras, todo en polvo.
Pues bien, mi abuela le pidió a mi
abuelo que al subir a casa, trajera consigo una papelina de pan rallado para
rebozar los filetes de pollo.
Mi abuelo, por equivocación, llenó
la papelina de detergente pues resulta que tenía un color muy similar.
Ella se dio cuenta enseguida y fue
a decirle que aquello no era pan rallado. Él no aceptó el reproche y la mandó
para la cocina.
Los filetes fueron rebozados con
detergente y fritos. Una vez en la mesa, todos probaron su filete, no sin poner
caras de asco y asombro al poner el primer trozo en la boca. Todos, menos mi
abuelo.
Con una dignidad estoica, se comió
entero el filete de pollo… porque él nunca se equivocaba!
Conclusión general: me hubiera
encantado saber más de mis bisabuelos, de los cuatro, sobretodo sobre su forma
de ser, para intentar adivinar si alguno de ellos tenía mi rasgo de
personalidad. Creo que mi abuela Carmen compartía conmigo, no sé en qué medida,
dicho rasgo. Evidentemente no fue una santa, tengo entendido que no trató bien
a mi madre cuando vivieron juntos los matrimonios y que incluso la amenazó.
Aunque esa es otra historia, quiero dejar claro, que se puede tener un alto
grado de sensibilidad y llegar a mostrarse enfadado, frío y violento. Una cosa
no quita la otra.
Además uno puede evolucionar y lo
que en un inicio en la juventud pudiera ser una alta sensibilidad, supongo que puede
desembocar en la madurez en una sensibilidad más moderada. No olvidemos que
ella era una preciosa rosa de pitiminí, delicada y femenina y que su marido la
maltrató.
Debió sentir una gran decepción
porque como persona sensible que creo que era, seguro que sus expectativas eran
muy románticas.
Y la vida, la traicionó.
Además tuvo que ver como su hermana
Dolors, moría al dar a luz a una niña por negligencia del médico que la
asistió. Tuvo que ser muy doloroso para mi abuela, enterrar a su joven hermana
y ver como su recién nacida sobrina quedaba huérfana de madre. El padre de
dicha huérfana no tardó en casarse con otra mujer y tener otro hijo. Antes, las
cosas iban así de rápidas…
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