Preocupaciones
Resulta que me comporto como una
ingenua preocupándome por todo, por cómo se sienten mis hijas, por cómo encajan
los acontecimientos derivados de mala relación existente entre su padre y yo, por
la soledad que sufre mi padre, por los problemas de mi madre, por la lejanía
de mi hermana mayor, por la situación
económica de todos los miembros de mi familia, por lo que vendrá, por lo que
pueda pasar, por el futuro de la empresa donde trabajo, por si mis compañeros
de trabajo cumplen con sus obligaciones laborales, por mi salud, por el
bienestar de mi pareja, por el futuro de los míos y el mío propio. Incluso por
la situación política tan crispada y disparatada que estamos viviendo.
Preocupándome por no saber más, por no llegar a todo.
Dicen que la solución existe y que
todo tiene remedio.
Algunas veces las cosas pueden
cambiar.
Y es que a veces deben cambiar.
Hacemos de nuestras vidas un
galimatías de preocupaciones y problemas. Nos centramos en eso, en resolver día
a día todos aquellos problemas e inconvenientes que nos surgen. Somos como unos
entregados bomberos apagando incendios perpetuos que hoy queman aquí y mañana
allá.
Ponemos toda nuestra energía, todas
las ganas, toda nuestra concentración y tiempo en resolver aquello, en
controlar esto, en anticiparnos al problema y todo sin descanso.
Triste es el día en que incluso
aceptamos que nuestra vida es así.
Retrocedamos a nuestra niñez.
En nuestra infancia nunca nos
hablaron de la gestión interna y personal de cada uno de nosotros, ni tampoco
del sentido de la vida.
No nos explicaron que la vida es
para otra cosa.
Tampoco nos explicaron que podemos evitar
muchas preocupaciones mediante un justo y necesario aprendizaje del apego a las
personas y a las cosas.
Y así nos va, enfrascados en
nuestras luchas diarias mezcladas con nuestras obligaciones y así, como si
nada, olvidando que podemos Vivir en mayúsculas.
Estrés, dolor, fatiga, tristeza,
angustia, enfermedad…síntomas que parecen instalarse en nuestras vidas de forma
crónica y a pesar de todo, algunas veces, nos creemos felices. Necesitamos
creerlo.
¿Cómo si no, podríamos soportar
continuar con tan tediosa carga?
Nos engañamos vilmente.
Nuestra esencia se ha vuelto gris y
dentro de ese monótono gris, algunas veces hay notas de color.
¿Y si resulta que las cosas son
distintas y lo predominante es el color?
¿Y si resulta que se puede vivir de
otra forma?
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