Tu deuda
Tú no lo sabes, pero me debes
grandes cosas.
Gracias a mi sentido común, a mi
fuerza interior, gracias a mi bondad, a mi amor absoluto por mis hijas y a mi
respeto por ellas, tú estás en deuda conmigo.
Siempre lo estarás.
Me debes esas sonrisas que recibes
de amor y afecto cada día, me debes su complicidad, su educación, su saber estar
y me debes su compañía.
En definitiva, me debes un gran
trabajo hecho desde la soledad, con tu olvido y tu indiferencia.
Padres, fuimos los dos.
Sabes de lo que hablo.
Respira tranquilo. Ya no existe rencor
en mí. Solo escribo para no olvidar que me debes mucho, para dejar constancia
de tu deuda.
Escribo para no olvidarme un día de
mi gran obra maestra.
Respira aliviado.
Ahora recoges en parte, el fruto de
mi esfuerzo.
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