Mis tormentos


A veces me atormenta simplemente vivir.
Levantarme sintiendo algún dolor, arrastrarme hasta el trabajo, dar lo mejor de mi en esas circunstancias y acabar el día con un analgésico antes de acostarme.
Siempre me atormenta pensar en mi padre. Sinceramente creo que jamás podré quitarme este tormento, ni siquiera el día en que él ya no esté. Siento una mezcla de rabia por verlo tan intransigente e intolerante con las situaciones de la vida y con nosotras, su familia, pena de verlo solo y descuidado, en el fondo sé que es una buena persona y culpa de no ejercer de hija perfecta, de no visitarlo a menudo, de no ocuparme de sus comidas, de sus visitas médicas y de entretenerle el largo tiempo que cada día tiene para no hacer nada.
También me atormenta mi madre. Con su carácter depresivo, forzándose a vivir y a respirar. Todo es una gran carga para ella y en general, ha desaprovechado su vida y ella lo sabe. Siempre está triste y eso me provoca pena y culpa otra vez.
Me atormenta mi hermana pequeña. Con un negro pasado, lleno de adicciones y dejadez. Lleno de reproches e incomprensión. Pensar en ella me provoca culpa por no haber sido mejor hermana. Por no haberla protegido de esa mala vida que la ha marcado para siempre.
Me atormenta, pero en menor medida, mi hermana mayor. Siempre buscando, al igual que yo, la tranquilidad, la felicidad, la estabilidad. Siempre empujando sola. Y además ahora luchando contra algunos problemas de salud, igual que yo. Nuestra vida se parece bastante.
Me atormenta mi situación económica pues después del mi divorcio, he quedado en una posición poco deseable, sin posibilidad de ser propietaria de mi propia vivienda y con algo de angustia mirando al futuro.
Me atormenta mi salud, pues a diario me encuentro mal. Me atormenta despertarme con dolor de cabeza, o con dolores de espalda al levantarme, o con manchas en la piel, o con picores, o hinchazón en la cara, o con ganas de vomitar.
Me atormenta la cantidad analgésicos que tomo. De sobras sé que los tomo en exceso y eso, tarde o temprano dañará otra parte de mí.
Me atormenta no poder cumplir algunos de los sueños que todavía guardo, como viajar a tierras lejanas para conocer culturas completamente diferentes a la mía, aprender a bailar, tener una vivienda propia, dar cobijo y ayuda a niños con pocos recursos, poder optar a todas las terapias que calman mis dolores, ofrecer calidad y comodidad en un futuro a mis hijas…
Me atormenta tener a mis hijas lejos de mí.
Me atormenta no poder ser su ayuda, su pilar donde apoyarse. Todavía no entiendo como se han separado tanto de mí.
Me atormenta recordar que algunas personas se han aprovechado de mí, que no me han tratado bien, me atormenta saber que yo lo permití.
Me atormenta ser consciente que desde que yo dejé de llamar a mis amistades, ellos no me llaman. Debe ser que no me necesitan para nada o que no soy lo importante que yo creía para ellos.
Me atormento mucho por no haber tenido más carácter.
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