Concepto Revolucionario
Hoy he aprendido un nuevo concepto,
uno muy revolucionario para mí.
Una nueva idea que se ha clavado en
mi mente y no consigo pensar en otra cosa. Voy pensando en ella, dándole forma
y voy entendiéndola a mi ritmo.
Se trata de “la madre interior”.
Exactamente el concepto es “ser mi
propia madre interior”.
A grandes rasgos el concepto
significa:
Cuidar de mi misma,
Ayudarme en todo lo que necesite,
Mimarme con mucho afecto,
Quererme con gran estima,
Exigirme para ser mejor persona,
Atender mis necesidades,
Alimentarme de la mejor forma posible,
Y protegerme de todo aquello que me hiera.
Y todo ello ofreciéndome calidez, cercanía y amor incondicional.
Es decir, volcar en mi persona, aquel don aprendido con la maternidad y
que durante tantos años he volcado exclusivamente en mis hijas.
La cuestión es prestarme la atención que merezco para de esa forma no
buscar insistentemente el afecto en los demás.
Activar a mi madre interna amorosa es activar de alguna manera mi propia
fuente de afecto.
He empezado muy tímidamente a poner
en práctica el concepto.
Me hablo en voz baja, todavía con
un poco de vergüenza, convenciéndome que soy merecedora de este regalo.
Simulo que me acaricio la mejilla y
sonrío al momento. Imagino que acaricio mi espalda al mismo tiempo que me
susurro “tranquila, todo va bien, no te preocupes”.
Me recuerdo a mí misma que es
momento de hacer unos grandes suspiros para deshacer nudos en el estómago. Me
digo que no hace falta correr para hacer las cosas, que me tome mi tiempo. Me exijo
mirar por la ventana y admirar el cielo, los árboles y el sol. Me tomo mi
tiempo para ponerme cremas y cepillarme bien el pelo. Me hablo suave, como
cuando intento consolar a mis hijas si están tristes. Escojo con esmero la ropa
que me voy a poner para sentirme elegante.
Soy consciente de que tengo por
delante un gran camino por recorrer, un gran camino para reconstruirme como
mujer y desde la madre interior siento que puedo hacerlo.
Siempre hablo de mi maternidad, de
mi gran dedicación a la tarea de madre, de la añoranza y de la gran necesidad
de seguir cuidando de mis hijas.
Sabéis que diferentes razones, unas
más lógicas que otras, me impiden ejercer la maternidad en la forma que yo más
amo y eso me provoca una grave crisis interna y un gran vórtice que todo lo
arrasa con agujero negro incluido.
Pero… ¿y si de repente tengo a
alguien a quién cuidar, acariciar, aconsejar, cuidar, alimentar, querer y
proteger? ¿Y si puedo continuar volcando todo ese don que poseo en vez de
tirarlo al maldito vórtice?
Es maravillosa y esperanzadora esta
gran revelación.
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