Familia Disfuncional


A mis hijas:
Concluyo que somos una familia disfuncional, pues es evidente que no cumplimos con nuestra función de familia tal y como deberíamos. Fuimos disfuncionales cuando éramos cuatro, junto a vuestro padre y los somos ahora que estamos los cuatro separados.
Por mi parte lo siento hijas mías, vosotras merecíais mucho más. De hecho sois merecedoras de una familia totalmente funcional. Siempre habéis tenido ese derecho.
Somos los adultos los que no hemos sabido estar a la altura.
Ya mis padres no consiguieron formar una familia funcional, y como funcional me refiero a una familia que fuera capaz de cubrir todas las necesidades (materiales, educativas, afectivas y psicológicas) de todos los miembros de dicha familia y en especial de los niños.
Por lo que sé, tampoco sus padres, ni los padres de sus padres.
Una larga estirpe de familias disfuncionales.
Me he informado sobre el tema y puedo explicaros que la disfunción de una familia está relacionada con la existencia de conflictos que tienen su origen en varias causas combinadas: la inmadurez de los padres, su dependencia emocional, posibles adicciones a sustancias como el alcohol y/o las drogas, malos tratos físicos/psicológicos, enfermedades mentales no tratadas, educaciones excesivamente severas o demasiados laxas, por citar algunas.
Es evidente que el haber crecido en una familia disfuncional afecta al desarrollo psicológico y emocional de la persona pero también es cierto que, a nivel psicológico, toda persona es capaz de recuperarse incluso en las situaciones más adversas.
Se afirma que la familia no es determinante en el desarrollo psicológico de la persona, sino catalizadora de ese proceso.
Y como catalizadora me refiero que la familia es capaz de potenciar al máximo lo mejor o lo peor de cada uno de nosotros. Depende del momento de la vida y de las circunstancias de cada miembro. En una familia funcional siempre prevalecerá potenciar lo mejor de cada uno, aquello que haga crecer al individuo en el mejor de los equilibrios.
No permitáis que la disfuncionalidad de nuestra familia evite aflorar lo mejor de vosotras mismas. Sois fuertes y valientes.
Yo os veo y siempre pienso que sois una o dos o tres versiones mejoradas de mi misma, y si yo soy capaz de tener determinadas reflexiones y mejoras personales, vosotras no tendréis limitaciones en ese sentido.


A mis hermanas,
Al igual que yo, sabéis que no ha sido fácil. Nos hemos criado en una familia disfuncional donde no han sido atendidas o cubiertas una gran parte de nuestras necesidades afectivas, psicológicas y educativas (en principio sí las materiales). Y arrastrando esa circunstancia nos hemos hecho adultas y hemos formado nuestras familias a nuestro modo, muchas veces repitiendo el modelo aprendido.
La educación recibida en la familia durante los primeros años de vida forja los pilares básicos del carácter del niño, así como sus principales valores, pues como ya he explicado, la familia actúa como un catalizador.
En mayor o menor medida, prácticamente todas las familias que conocemos tienen su grado de disfuncionalidad. Seamos honestos, conseguir una familia totalmente funcional, donde se consiga cubrir en su totalidad todas las necesidades de todos los miembros, es una utopía.
En nuestro caso, yo le diagnostico a nuestra estirpe, un grado medio de disfuncionalidad.
Me baso en mi propia experiencia y en la observación de otras familias para llegar a esta conclusión.
Hace ya mucho tiempo que observo cómo se relacionan los miembros de otras familias, familias de amigos nuestros, familias de parientes y familias de compañeros de trabajo.
Algunos lo hacen peor que nosotros y otros lo hacen mejor.
Nosotros hacemos lo que sabemos con lo que tenemos.
Ánimo hermanas mías, detrás tenemos hijos a los que dar ejemplo de que si se puede!


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